El mercado de la atención

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Comencemos con un extracto del libro La generación de la memoria de pez de Bruno Patino:

“Los ordenadores de Google también han logrado medir el tiempo de atención de la generación Millennial. Los que han nacido con conexión permanente y han crecido con una pantalla táctil en la punta de los dedos. Los que, como nosotros, no pueden dejar de sentir vibraciones en el fondo de sus bolsillos; los que, en el transporte público, avanzan con el ojo clavado en el teléfono, concentrados en el espacio-tiempo de sus pantallas. El tiempo de atención, la capacidad de concentración de esta generación anuncia el hombre del escenario, es de 9 segundos. A partir de ese momento, nuestro cerebro se desengancha. Necesita un nuevo estímulo, una nueva señal, una nueva alerta, otra recomendación. […] Para Google, estos 9 segundos representan un reto a la medida de la empresa californiana: ¿cómo hacer para seguir captando las miradas de una generación «distraída de la distracción por la distracción» […] somos como peces, encerrados en la pecera de las pantallas, sometidos al ritmo de notificaciones y mensajes. Nuestra mente da vueltas en redondo, de tuits a vídeos de Youtube, de snaps a correos, de snaps lives a push, de aplicaciones a newsfeeds, de mensajes provocadores escritos por un robot a imágenes filtradas por un algoritmo, de datos manifiestamente falsos a buzz fuera de lugar. Como peces, creemos que vamos a descubrir un universo a cada instante, sin darnos cuenta de la repetición infernal en la que nos encierran las pantallas digitales a las que entregamos nuestro tesoro más preciado: nuestro tiempo.”

NUESTRO (FINITO) TIEMPO.

Somos usuarios de la tecnología en nuestro día a día. Hay tecnología que usamos porque no nos queda otra, y hay otra tecnología que usamos porque elegimos.

Hoy en día, es fácil caer en el gustoso dejarse llevar, ya que cada vez más y mejor, la tecnología está ideada para atrapar toda nuestra atención. Es una cuestión de diseño muy bien planificado de las aplicaciones que usamos, sobre todo las redes sociales. Vamos, que coges el móvil para poner la alarma del día siguiente y gastas 20 minutos haciendo la ronda de rigor por las aplicaciones comprobando una vez más las últimas novedades, ¡no vaya a ser que haya algo nuevo y no lo haya visto! No es por casualidad, ¡es por diseño persuasivo!

El principal ejemplo de diseño persuasivo es el feed infinito de noticias en las redes sociales. Nunca se acaba, puedes bajar y bajar y siempre ver algo nuevo. Si no es una historia de algún amigo es un anuncio que seguro que te gusta o una sugerencia de algún tipo. Si nos fijamos por ejemplo en los periódicos digitales españoles como El País, La Vanguardia o El Mundo, cuando acabas las noticias “de hoy” se acaba el scroll-down y llegas al final de la página. Punto. Has visto las noticias de hoy y se termina la página. Esto no es un diseño adictivo.

Otro ejemplo de diseño adictivo podemos verlo en las series de Netflix, al terminar un capítulo empieza acto seguido la reproducción del siguiente y, o eres rápido para pararlo, o entre el enganche de la serie y que ya estás en el sofá acomodado aceptas ver otra reproducción (¿quizás restando horas de sueño?).

Otro ejemplo serían las notificaciones sin sentido de Linkedin o Facebook acerca de “Pepito ha compartido algo” o “sugerencia de amistad nueva” o “puede que te guste esta página”. Eso no son notificaciones, eso es lo que espero ver en el feed general, pero saben que si veo un número en rojo mi cerebro reaccionará y querrá verlo, y si lo veo estaré claramente más tiempo navegando por su app.

Todos estos ejemplos se pueden pensar como un mejor servicio para nosotros. Sin embargo, estos diseños atacan nuestras “debilidades” en el corto plazo, es probable que si pensamos fríamente en el largo plazo no queramos sentirnos tan “enganchados”. La fortaleza de los diseños no persuasivos es que dan la posibilidad de elección/acción al usuario, te hacen reaccionar y pensar qué es lo siguiente que quieres hacer.

Laboratorio de Tecnología Persuasiva

Un dato que nunca me había parado a pensar me lo desveló el documental de The Social Dilemma: «50 diseñadores, todos hombres blancos de entre 20 y 35 años, toman decisiones que afectan a 2.000 millones de personas en todo el mundo», afirma Tristan Harris, que llegó a ser uno de esos 50. Esa es la escala del impacto 50 – 2.000.000.000. Además, la mayoría de los ingenieros de Silicon Valley han pasado por el Laboratorio de Tecnología Persuasiva de Stanford. Este laboratorio, desde hace muchos años, estudia cuidadosamente el comportamiento humano. Se analizan nuestras debilidades y de este modo se diseña la tecnología para que sea más persuasiva, buscando nuestra atención.

Todo esto forma parte de un nuevo movimiento económico: El mercado de la atención. Se compra y se vende atención. Si consigo gente que mire más mi aplicación puedo empezar a controlar la atención.

Hasta ahora, se ha estado desarrollando tecnología teniendo el beneficio económico como principal motivación. Cuanto más tiempo pase alguien pegado a una pantalla, más probabilidades hay de que vea un anuncio que se ajusta perfectamente a sus necesidades y por tanto que compre lo que sea. La métrica de éxito en las webs o las Apps es, la mayoría de las veces, el tiempo de visita.

Centro para la Tecnología Humana

Para contrarrestar esta forma cuestionable de diseñar la tecnología, desde hace cinco años aproximadamente, ha surgido un movimiento que llama a una tecnología más humana, menos persuasiva. Tristan Harris, Aza Raskin y Randima Fernando han fundado el Centro para la Tecnología Humana en 2018. Hace hincapié en el diseño de las aplicaciones, se dirige principalmente a los desarrolladores de tecnología, pero también a las familias y los educadores. Una de las cosas que clama es el cambio en los indicadores de éxito. Que no sea el tiempo de visita, sino, por ejemplo, el tiempo que invierte el usuario en tener éxito en lo que sea que esté haciendo con la aplicación en si. Tristan Harris desarrolla esta idea en una charla TED que dio en 2014.

Con el revuelo que ha causado este nuevo movimiento se está empezando a cuestionar el diseño y esto supone un punto de partida, sin embargo, queda un largo camino que recorrer, sobre todo por la regulación y normativas vigentes, que van muy por detrás de la realidad, y es lo que hace que las tecnológicas realmente se esfuercen.

Para mi, el primer paso de cada uno es ser consciente del grado de “adicción” que tiene con la tecnología y sincerarse si realmente es lo que quiere o ¿querría estar haciendo otra cosa?

El teléfono debería de ser una herramienta que usamos cuando necesitamos, no él utilizarnos a nosotros. Si quieres algunas recomendaciones para empezar a controlar tu tiempo, puedes visitar la página de Bienestar Digital.

Si has llegado hasta aquí leyendo ¡muchas gracias! (significa que has estado centrado por lo menos 5 minutos). Ya puedes levantar la mirada de la pantalla donde sea que hayas leído esto y “estirar la vista”, esto significa apagar la pantalla y acercarte a la ventana ¿de qué color está el cielo?

¡Que tengas un bonito día!

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