La mensajificación de nuestras relaciones

Tiempo de lectura: 4 min

Queridos amig@s,

Espera, ¿a quién llamo amig@s?

Mi generación, la ya muy conocida Millennial (aquellos que nacimos entre 1981 y 1993), nos caracterizamos por haber tenido muchas oportunidades y haber vivido en la abundancia de experiencias, además de por haber visto muchísimos cambios tecnológicos en la sociedad. De pequeña hice muchas actividades extraescolares, he tenido la suerte de viajar mucho con mis padres, he tenido la oportunidad de poder ir a la Universidad, he disfrutado de un año de Erasmus, he estudiado un máster en Francia, he vivido dos años en Barcelona y he pasado por tres trabajos distintos.

A lo largo de todas esas experiencias he conocido mucha gente, gente increíble, gente con la que me gustaría seguir teniendo contacto para seguir sus vidas de cerca y compartir vivencias. Creo que mi generación (y las venideras) se caracteriza especialmente por mantener relaciones a distancia, relaciones de amistad, de amor o familiares. Las nuevas tecnologías nos permiten mantener el contacto con todas esas relaciones a distancia, pero personalmente me resulta difícil, al final las relaciones presenciales vienen limitadas por el lugar donde vivimos y las relaciones que nos importen, que quedan lejos, habrá que mantenerlas de forma virtual.

Antes, de toda la vida, uno limitaba sus relaciones porque no tenía posibilidad de mantenerlas a la distancia por falta de medios de comunicación. Ahora, ante la inmediatez con la que contamos, ¿cómo gestionamos el mantener tantas relaciones simultáneamente? ¿lo limitamos de forma consciente? Tiene que ser una acción de autocontrol por nuestra parte ya que la ciencia nos ha permitido llegar a niveles de comunicación absurdos.

La mensajería instantánea y las redes sociales me ayudan a mantener el contacto de forma más eficiente, pudiendo escribir desde donde sea a quien sea, compartiendo fotos de mi verano y que lo vean todos de golpe, también pudiendo ver yo sus publicaciones (en caso de que eche las suficientes horas en RRSS), y eso está muy bien. Pero entonces, ocurre lo que yo llamo mensajificación de nuestras relaciones: aumenta el número de mensajes, pero disminuye la profundidad, la calidad de estos.

El que mucho abarca poco aprieta

Muchas veces me pregunto ¿cuantas conversaciones puedo mantener por WhatsApp de forma saludable? ¿existirá algún estudio realizado por la ciencia que pueda explicarlo? Hay algunas conversaciones que son diarias. Eso sería otro tema, ¿hace falta escribir a diario? ¿con quién necesito escribirme a diario? ¿soy consciente si escribo por necesidad o por inercia? Cada uno marca su propio ritmo y elige su nivel de comunicación.

En ese sentido, también entiendo que el uso que hagas de todo esto dependerá del momento vital en el que nos encontremos, las nuevas generaciones usan este medio para todo ahora mismo, para conocerse, para hablar de los deberes, para hablar de cosas difíciles… si te vas a vivir a otro país es posible que aumenten los chats con las personas que dejas en origen, y cuando vuelves puede que aumenten los chats que dejas en destino…

Excluyo de todo esto lo que puede impactar tener una relación amorosa (en sus orígenes, a la distancia o en sus finales) a través del chat de mensajería instantánea, cada uno con sus expectativas, con la esperanza volcada en que el pequeño icono de la notificación se encienda y la obsesión que esto genera. Este tema da para otro artículo entero en sí, así que lo dejamos para más adelante.

¿Autocontrol?

Como vengo comentando, no soy una persona a la que le guste estar todo el día con el teléfono… yo misma me he limitado en el dispositivo el tiempo de uso de las aplicaciones sociales a 1h30 al día.  Además, tengo desactivadas las notificaciones de grupo y tengo desactivada la posibilidad de ver cuál fue la última hora de conexión. También se podría desactivar el doble clic azul que indica que has entrado a la conversación. Muchas conversaciones, a pesar de haberlas leído las dejo como no leídas, para ocuparme de ellas cuando tenga tiempo. Poco a poco, he ido tomando autocontrol respecto a mis conversaciones por mensajería instantánea.

A día de hoy soy capaz de gestionar 5 conversaciones de WhatsApp “diarias” de forma saludable, y alguna esporádica, y por gestionar me refiero a contestar, participar activamente. Si este número aumenta me veo desbordada debido a mi limitación de tiempo de uso del móvil (o, simplemente, porque estoy haciendo otra cosa) y tardo en contestar, ¡pero al final contesto! Algunas pocas conversaciones no llego a contestarlas nunca, y esto, como pienso que está feo, me hace sentir mal, me frustra.

Puede parecer que hoy en día, con el hecho de recibir un mensaje lo deberíamos de leer inmediatamente. Y obviamente, si te llega un mensaje al móvil muy probablemente lo verás en algún momento, pero no quiere decir que estés disponible de forma inmediata ¡deberíamos tener esto en mente!

Lo que más me asombra de todo esto es que cada uno lo siente y lo gestiona de una manera diferente y crea su realidad virtual, sus expectativas. Hay gente que preferirá dedicar más horas de WhatsApp al día, hay quien no se sentirá mal por dejar sin contestar mensajes, alguien habrá que mire la mensajería instantánea una vez a la semana. Hay quien se sentirá frustrado si no le contestan de forma rápida… Cada uno lo gestiona como buenamente puede, al fin y al cabo, estoy hablando desde mi punto de vista, no sé si la gente lo tiene más controlado o si no le dedican ningún pensamiento ¿alguien más habrá reflexionado sobre esto?

Con el tiempo he aprendido a aceptar que no puedo estar en contacto con todo el mundo, que no pasa nada si no contesto en el acto, que probablemente a muchos nos pasa lo mismo, que hay días que estamos muy ocupados, que hay días que nos olvidamos y que hay muchas otras cosas que preferimos estar haciendo. Y lo que digo siempre “si es urgente o importante, mejor llámame” 🙂

Para ir realizando una investigación acerca de todo esto voy a probar a realizar una encuesta, la participación es absolutamente anónima, no sabré ni yo ni nadie qué opción ha marcado cada participante:

En caso de que tengas una cuenta de mensajería instantánea, ¿cuántas conversaciones mantienes al día, en las que tu participas activamente y no son de ámbito laboral?

Indica tu edad

En uno de los siguientes artículos comentaré los resultados.

Si has llegado hasta aquí leyendo ¡muchas gracias! (significa que has estado concentrado por lo menos 4 minutos). Ya puedes levantar la mirada de la pantalla donde sea que hayas leído esto y “estirar la mente”, esto significa apagar la pantalla e imaginarte ¿dónde te gustaría estar en este momento?

¡Que tengas un bonito día!

  1. Alex 27 de julio de 2021 at 23:46

    Ay las relaciones a distancia… Por desgracia la parte práctica de este tema, en todas sus variantes, la tengo machacada.

    Y a esto de mantener conversaciones de texto le he dado bastantes vueltas porque a mí personalmente me sobrepasa, cada vez más. No creo que le dedique ni media hora al día ya (de media). Puestos a inventarnos palabras, yo diría que en los últimos años he ido «desmensajificando» mis relaciones a distancia y. con aquellas personas con quien tengo cierta conexión, hemos recuperado las llamadas de teléfono de toda la vida.

    toc toc ehem ehem ;P

    Respuesta
    1. Rocío López 2 de agosto de 2021 at 18:14

      Eres un buen ejemplar de Millennial si..
      Pudiendo hacer videollamada y ver a una persona que está al otro lado del charco, prefiero dejar la llamada de toda la vida para otras situaciones!

      Respuesta

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