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Últimamente pienso que me ataca el síndrome de parálisis por análisis. Accedo a mucha información nueva, quiero profundizar, quiero escribir sobre todo y al final no hablo de nada. Pero no significa que no lo esté disfrutando, ya irá fluyendo la información, poco a poco.
Estos últimos meses he estado muy metida en el libro del Capitalismo de la Vigilancia de Shoshana Zuboff, en concreto en el origen que ella propone de cómo hemos llegado donde hemos llegado. Porqué Google ha llegado a ser Google y Facebook ha llegado a ser Facebook (o Meta, como ahora se ha pasado a llamar con afán de reorientar su imagen) y por qué ahora mismo estas dos empresas son las más hambrientas de conseguir los datos de nuestras vivencias digitales. Tanto es así que engullen nuevas startups prometedoras enfocadas en el uso de datos, como lo que sucedió con YouTube en 2006, que fue comprada por Google cuando era una startup que todavía no ganaba dinero por 1650 millones de dólares, o cuando Facebook compró Whatsapp más tarde por 19.000 millones.
Google fue fundado por Larry Page y Sergey Brin en 1998, dos estudiantes por entonces de posgrado de la Universidad de Stanford, en San Francisco. Por ese entonces yo tenía 7 años, me acuerdo cuando mi madre (muy avanzada para la época con el tema ordenadores) nos enseñó un poco más tarde a mi hermana y a mi a usar internet y esperar a que cargara una de las pocas páginas que había: el buscador de google. El ordenador hacía un ruido extraño de lo que le costaba cargar el contenido y había que cortar el teléfono de casa para usar internet y viceversa.
Originalmente, Google era un buscador que prometía “organizar la información del mundo y hacer que sea universalmente accesible y útil”, sin embargo, e incluso sin tener muy claro cómo hacer dinero y ser rentables, los fundadores rechazaron en todo momento pedir a los usuarios pagar por el servicio y eran reticentes a vivir de la publicidad. Hasta aquí todo bien.
A medida que pasaba el tiempo, empezaron a observar que cada búsqueda en Google, cada acción en línea iba dejando una estela en su sistema, un rastro de conducta que iba definiendo las ideas del usuario, sus sentimientos, los temas que le interesan, etc. Esto es lo que se ha denominado EXCEDENTE CONDUCTUAL.
Magia potagia
Al principio, estos datos conductuales se consideraban desechos, residuos, se utilizaba una pequeña parte en análisis para mejorar el servicio, pronto se dieron cuenta de que se encontraban ante una mina de diamantes, que no hace más que crecer exponencialmente. “La idea de poder trasladar un mensaje particular a una persona en concreto justo en el momento en que más probabilidades tendría de influir realmente en su comportamiento es – y siempre ha sido – el santo grial de la publicidad” puntualiza Shoshana. Por ello Google creó la primera patente en 2003 llamada “Generación de información de usuario para su uso en publicidad dirigida” y aquí fue cuando la transparencia de Google se empezó a enturbiar y su modelo de negocio se centro en la publicidad.
Según Shoshana, no somos el producto, somos las fuentes inagotables de una materia prima (haciendo referencia al rastro digital que dejamos, necesario para predecir el comportamiento) de la que se están beneficiando, sobre todo, las grandes tecnológicas y la industria de la publicidad. Y somos nosotros, como personas, los que deberíamos vernos beneficiados por esta nueva “magia” de predicción del comportamiento humano.
Cuanto más se utiliza Google/Facebook y sus productos, más datos tienen para mejorar las predicciones que se realizan sobre nuestra conducta. Tengamos en cuenta que el alcance de estas dos grandes compañías en ningún caso disminuye, solo aumenta y cada vez se hacen con más datos.
Cada vez se refina más el proceso de conocer exactamente qué necesitamos en cada momento, y lo que asusta es que las predicciones funcionan mucho mejor de lo esperado. Aquí comienzan los titubeos de las corporaciones y las medias tintas, no se ofrece de forma pública y clara una visión de donde están las capacidades predictivas hoy en día.
¿Y es esto malo? Es una pregunta que me hago a menudo. Creo que lo que no me termina de convencer es que se están destinando mentes privilegiadas y unos recursos exagerados a diseñar las aplicaciones, los navegadores y la vida online de tal forma que dediquemos más tiempo y atención a las aplicaciones, para que nos alcance solo el contenido y la publicidad que nos atrapa. Tal es así, que ni nos enteramos de que se nos escapa el tiempo utilizando las redes sociales y que no elegimos el contenido que vemos. Cada uno vive en su propia realidad con sus propios feeds diseñados específicamente para ellos y sus intereses. Esto puede causar, aún sin un mal uso, una sociedad que tiende a ser más polarizada y con mayor dificultad de llegar a entendimientos. En última medida, en manos mal intencionadas, puede ser una herramienta de control de comportamiento humano poderosa.
Por lo tanto, si me están «robando» tiempo y se está condicionando el contenido que recibo con intereses ajenos a los míos, sí que me parece algo negativo.
Voy a poner un humilde ejemplo de rastro digital, ya que me encuentro en disposición de poder mostrar cómo funciona una web por “detrás”. En esta web donde estás leyendo este artículo, yo puedo ver cuánta gente ha entrado, a qué hora, desde qué ubicación (no exacta), cuanto tiempo pasan en cada página, si han pulsado algún enlace de los que he puesto o a través de qué enlace ha entrado, etc. Y poco a poco mi herramienta de explotación de datos (Matomo Analytics, un software de código abierto y muy respetuoso con el usuario), genera información de perfil de gente que visita mi web, os dejo un pantallazo de lo que puedo ver de cada persona que visita la web:
Tengo que decir, que ese “perfil de visitante” está bastante orientado al comercio online y webs que venden algún tipo de producto o servicio, por eso en mi caso el apartado de Comercio Electrónico está a cero.
Y me reitero, no es malo recoger datos, la verdad es que ayuda mucho a entender tu propia web. El problema es cuando usas esta información para conseguir un beneficio económico a expensas de un deterioro del servicio y los intereses reales de los usuarios.
Lo que no deja de inquietarme es que, en cuanto a “recogida de datos” y “perfiles de visitante”, las grandes tecnológicas se autorregulan a si mismas y van a años luz por delante de las leyes de cada país, por lo tanto experimentando sobre la marcha e investigando en tiempo real sus consecuencias, vamos, como pollo sin cabeza.
Como no vamos a dejar de usar la tecnología, invito a usar aquella de la que estemos informados y seguros que cuenten con un diseño responsable, y si no estamos seguros, por lo menos aplicar el dicho de “poner los huevos en distintas cestas”. De esta forma, algunos caerán en monopolios no regulados oficialmente, pero otros caerán en manos más responsables.
Y ¡nada más por hoy!
Si has llegado hasta aquí leyendo ¡muchas gracias! (significa que has estado centrado por lo menos 5 minutos). Ya puedes levantar la mirada de la pantalla donde sea que hayas leído esto y “relajar la mente”, esto significa cerrar los ojos y escuchar ¿qué sonidos te rodean?
¡Que tengas un bonito día!
¡Buen artículo, Ro!
Dejo caer sutilmente un enlace a la web de /e/ 😛 https://e.foundation/
jaja gracias Alex! Del sistema operativo «e» me gustaría hacer un artículo en sí..
Muchas Gracias Rocio.
Me encantan tus articulos.
Gracias Laura 😀